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CAPÍTULO
UNDÉCIMO
LA
GUERRA Y LA PENA DE MUERTE. RESPUESTA AL PROBLEMA DE LA PAZ
El Género
Humano, en tanto que Mundo, lleva en estado de Guerra Civil unos 5.000 años,
aproximadamente. Los ideólogos de la Guerra como instrumento legítimo de la
Selección Natural, arma a la que no debe renunciar la especie del Fuerte y que
consiste en el derecho a la aniquilación en masa, cuando
proceda, selectivamente siempre, del Débil, en razón, sea del Estado sea
de la Supervivencia del individuo o de la especie, y que la Ciencia del Siglo
XX impuso como Ley Universal: expuso a nuestro Mundo a las Guerras Mundiales
consecuentes.
No vamos a
entrar en la locura de semejante Ideología del Materialismo Científico, más que
nada siguiendo el proverbio que dice, más o menos, que hablar de tú a tú con un
loco es cosa de locos. Cierto, por doctrina divina es inmoral calificar de loco
al hermano, pero, el materialismo científico no es, para nada, hermano del
Evangelio, y por tanto al pan, pan y al vino, vino.
Curiosamente
tenemos en activo esta Ideología en el actual conflicto bélico
Georgia-Federación Rusa, donde el Fuerte pasa a aplastar al Débil en función de
su Razón de Estado, y de la misma manera que la bestia no entiende de ley ni de
derecho sino que se mueve en función de su razón de supervivencia, la
Federación Pos-Soviética, siguiendo esta Ideología
del hombre es una bestia y el Poder le pertenece a la bestia más fuerte, o sea,
a Putin-Stalin II y su muñeco de paja en la Presidencia, desde esta razón animal
que no entiende la diferencia entre el crimen y la ley, ni entre el Derecho
Internacional y el Poder Nacional, la Federación Imperial Rusa pasa a usar de
su derecho, en tanto que “el Fuerte”, a la aniquilación en masa de la oposición
a sus intereses, razón que viene avalada por la Ciencia del Siglo XX y
legitima, si viniera al caso, la elevación de la lucha por el imperio de su
interés a una nueva guerra mundial, si necesario.
Lo bueno de
la Ideología del Materialismo es que al reducir al hombre a una bestia hace que
el hombre-bestia quede determinado por su razón animal y su comportamiento,
derivándose del instinto de supervivencia, sea predecible en todas sus facetas,
a la manera que lo es el comportamiento, una vez descubiertos sus instintos, de
esta o aquella otra bestia. Putin es una bestia, actúa como un bestia y su
comportamiento criminal sólo coge por sorpresa a las bestias sujetas al miedo
al Gran Hermano Líder, cuyo Poder para el Crimen es todo lo grande que sea el
Estado por el que se determine su fuerza.
La Historia
Universal está repleta de Putines. Y sólo a un idiota
le coge por sorpresa el comportamiento de uno más.
No es
extraño que todo Partido y organización pro-dictatorial la primera de las ramas del Saber que elimine de la formación del Ser Humano
sea la Historia Universal. Si la Ciencia de los Animales nos enseña a conocer
las especies y su comportamiento, y su ignorancia es causa de suicidio si
puesto al lado del león hambriento un estúpido animal humano, se comprende que
al quedar lobotomizado el estudiante y serle
imposible distinguir al Putin Histórico en el Poder del momento el dicho animal
político pueda conducir al ganado “votante” hasta su propio matadero. Tenemos,
por ejemplo, en la actualidad campante el caso de Chávez; un dictador que busca
el status de Castro, su ídolo, llevando suavemente a su víctima a su
propio degüello.
La Guerra,
por consiguiente, es de dos clases: Civil e Internacional. La Guerra Civil es
aquélla en la que un Grupo Organizado, sea Partido o sociedad de intereses,
utiliza las condiciones existentes para alzarse con el Poder; que se legitima,
como dice la Carta Fundacional de los Estados Unidos, cuando el Poder a
derrocar tiene por ley el crimen. Pues el derecho al ser que tiene el Hombre es
siempre superior al derecho que tiene el Poder de ser. Es en este derecho que
se legitimó la Revolución Comunista. Pero la Guerra Civil como instrumento de
acceso al poder, caso PSOE de los años 30, implica el cultivo de las
condiciones pre-civil-belicistas a fin de usar la
Guerra como palanca de acceso al Poder. En este caso referido el cálculo
le salió mal al PSOE de los años 30 y la Guerra Civil Española fue procedida de
una Dictadura. La acusación de haber sido la Guerra Civil premeditada por la Derecha
es un bulo que se desmonta entendiendo que quien tenía las riendas económicas y
financieras del Poder no tenía necesidad de derrocarse a sí misma; la
existencia de este bulo se funda en la idiotez que la Izquierda le asume como
de nacimiento a su propio Votante, y que se confirma en los hechos observados
en los últimos tiempos, la idiotez del votante socialista español, digo.
Punto
Primero
El fin, la
meta, el objetivo de una Civilización es su proyección a la Inmortalidad. Esto
implica que la Guerra es el enemigo número uno de esta proyección natural a la
existencia misma de la Civilización.
Nada, ni
ciencia ni dios, excusan el origen de una guerra. ¡La Guerra es siempre el
efecto de una locura! Y sea científico, sea político, el que la defienda, el
uno como el otro ambos son dos locos defendiendo su locura: que la del primero
venga legitimada por la Academia de los Nobeles y su Organización Internacional
de Universidades, y al segundo le alimente su locura el Poder del Estado, ni la
una ni el otro quitan que ambos, -el científico materialista y el animal
político- sean dos locos cuya Razón es ley y esa ley es el crimen como
consustancial a la existencia animal del hombre-bestia, que siendo más bestia
que hombre hace lo propio cuando hace la Guerra, y la paz es sólo un
periodo de rearme tras una etapa de debilidad, caso Imperio Soviético y su
Etapa de Federación Rusa, cuyo periodo de letargo para el refortalecimiento del
instinto criminal del Zar-Líder se ha dado por terminado con la Invasión de
Georgia.
La Cuestión
es cómo alcanzar la Inmunización Absoluta e Invencible de la Civilización
frente a la Guerra Civil y la Guerra Internacional.
La Guerra
presupone una parálisis de las fuerzas intelectuales y tecnológicas de la
Civilización respecto a su proyección al Tiempo. La Guerra es el triunfo de las
bestias políticas y la animalización doméstica de una Sociedad-ganado. Ahora
bien, la Historia es la memoria de la lucha constante y sin cuartel entre estas
sociedades-ganados siguiendo a su líder-bestia por las llanuras de los siglos
contra las fuerzas de la Civilización.
Para
inmunizar al Género Humano contra la Guerra, en consecuencia, parece evidente
que la primera medida es la formación del Ser en el Hombre, comenzando por
extirpar de su cerebro el implante del materialismo científico del XX, por el
que el ser se ve a sí mismo como un animal, y, por consiguiente, él mismo
justifica el trato animal que recibe del Poder en función de que ese es el
trato que se merece todo animal doméstico.
Pero el
hombre como bestia doméstica (votante-contribuyente, cuyo derecho es votar y
cuyo deber es pagar, y ahí limita su relación con el disfrute de los bienes de
la Civilización), ese animal doméstico es el oncogen,
el virus letal de la Paz en el cuerpo de la Civilización, que el animal
político cultiva a fin de mantener su status de bestia-líder.
La
contradicción surge cuando el cultivo se descontrola y conduce a la bestia a la
Guillotina, de cuyo descontrol está repleto de ejemplos el libro de la
Historia.
Punto
Segundo
“El día que
de él comieres, ciertamente morirás”. Tenemos por tanto que la Pena de Muerte
es reservada exclusivamente para todo hombre y sujeto que use la Guerra como
instrumento de Poder.
La Caída
–por parte del Hombre- no fue más que la instrumentalización de la Guerra como
medio natural de proyección de la Civilización a todo el Género Humano. Estando
los pueblos de aquella Primera Civilización disfrutando de distintos estadios
de Desarrollo Intelectual y Tecnológico, como se ve por la Arqueología y la
Historia de las Civilizaciones, prohibió Dios, bajo Pena de Muerte,
estableciendo esta Condena por la Eternidad, cualquier intento de usar la
Fuerza de la Tecnología al servicio de la integración de dichos pueblos no
mesopotámicos en el Curso de la Civilización.
Observamos
que la Pena de Muerte fue levantada por Cristo respecto a toda acción humana,
permaneciendo, sin embargo, respecto a la Prohibición contra la Guerra, de
esta manera estableciendo Dios en Derecho la Legitimidad y Bondad de la
Sentencia contra aquella Primera Civilización, a la par que funda la Paz en la
Omnipotencia de quien tiene el Poder de hacer que el Transgresor se encuentre
con el precio de su Delito.
La Guerra
es, en consecuencia, un Delito contra la Humanidad y la Creación. Y todo aquel
que la declara, sin ser su fundamento la Defensa Propia o la Liberación de su
Prójimo, comete Delito contra la Humanidad y la Creación, y la sentencia es
Pena de Muerte.
Punto
Tercero
La
experiencia dice que el origen de la Guerra se halla en la subordinación del
Estado Mayor al Poder, es decir, al Gobierno. La necesidad de inmunizar a la
Civilización contra la Guerra, conociendo la Causa del Mal, no puede ser más
directa: Separación de Estado Mayor y Gobierno.
Siendo la
Defensa la función histórica de los Ejércitos un Estado Mayor sólo puede
moverse legítimamente, sin cometer delito contra la Humanidad, y caer bajo Pena
de Muerte, fundando su Movimiento en una Razón, no de Estado sino, de Defensa
Nacional, que responde autónoma y directamente a cualquier agresión extranjera,
y no obedece ninguna orden de Gobierno alguno sujeto a Interés Político.
Cualquier
Movimiento contra la Nación, cuya Vida protege, por parte de ese Estado Mayor
es un Delito contra la Humanidad, y su pena es de Muerte; utiliza la Guerra, en
su forma Civil, contra la Vida de la Nación, comete delito contra la Paz, su
delito es de Muerte.
Punto Cuarto
La fundación
de un Estado Mayor implica una misión de paz entre los límites de una
administración territorial. De manera que la existencia espontánea, posterior a
la fundación de dicha administración, entre cuyos límites se produce el
fenómeno nacionalista, si pacífica implica al administrador político, y si
violenta a los cuerpos de seguridad nacionales por en cuanto la reivindicación
separatista se reclama sobre la sangre a título individual y comprendiéndose
como “terrorismo” se habla de un acto criminal con el agravante de locura
homicida oculta bajo máscara independista: Cárcel y Psiquiátrico.
El Estado
Mayor no podría intervenir en una lucha independista espontánea sin abrir una
brecha entre la Ley y el Delito; máxime cuando el propio crecimiento de la
Humanidad se mueve sobre una dinámica de transformación constante de las
sociedades. Ahora bien, si el levantamiento separatista se produce bajo una
declaración de guerra y el crimen responde a una Mesa Organizada Militarmente,
se habla de Guerra Civil, y aunque focalizada, el Estado Mayor, cumpliendo
con su Deber de defender la Vida del Pueblo al que sirve, está legitimado
para actuar conjuntamente con los Cuerpos de Seguridad del Estado. Y los
declarantes de la Mesa del Estado de Guerra contra la Nación quedan sujetos a
la Ley de la Guerra, y su Pena es de Muerte.
En cuanto a
la Libertad, y como queda reflejado en el Caso Checoslovaquia y el Ejemplo de
Canadá, el Referéndum del Pueblo con diferencias separatistas es de
Derecho y debe procederse tal cual, sin miedo a la partición de fronteras
ni pánico al efecto; la Libertad implica la elección para convivir de acuerdo a
las mismas leyes o separarse y proceder a vivir con las que a cada cual le
parezca, y allá que cada cual se atenga a las consecuencias determinadas por
sus decisiones. Lo contrario es, como en un matrimonio mal avenido, dirigir la
convivencia hacia la tragedia, en este caso la dictadura de la minoría sobre la
mayoría.
Pues una de
las cosas que nos enseña la Historia y observamos incluso a pie de campo es
que, aunque la democracia es el estado más feliz de sociedad, con todas sus
imperfecciones en cuanto a la libertad de disfrute de los bienes de la
Civilización, hay pueblos que prefieren la dictadura, y aun en esto hay que
respetarlos mientras no quieran imponer su ley a quienes ni locos viviríamos ni
bajo una “dictablanda”.
Punto Quinto
Siendo la
Pena de Muerte un caso excepcional trascendente se entiende que el tribunal
Penal Internacional es el único organismo competente para su aplicación, a la
par que se comprende que cualquier otra materia no es de su competencia, y
únicamente debe entender de la Agresión contra la Humanidad, a fin de no
convertir un Tribunal de tal Trascendencia en un corral de gallinas y proceder
el poder político a su inutilización mediante la estrategia de inundar de
trabajo el juzgado, política que los gobiernos corruptos hasta la médula
utilizan creando leyes paralizantes en las que en una u en otra es imposible
que no caiga el ciudadano un día sí y al siguiente también.
Ahora bien,
si el Poder de un Juicio Final Internacional no va acompañado de una Decisión implicativa para los Estados Miembros el Tribunal queda
reducido a una mera figura lava-conciencias, caso por ejemplo de la Sentencia
del Tribunal contra el Presidente de Sudán. El Poder de este Juicio Final debe
implicar a todos los Miembros Nacionales, y someter a obediencia al Derecho
Internacional al Estado al que se le pide la entrega del Sujeto Convicto y
proceder a la expulsión -caso negativo- de todo su cuerpo diplomático de los
Estados Miembros; amén de la orden de detención instantánea del Convicto donde
y cuando se le encuentre fuera de sus fronteras.
En el caso
de la Dictadura Federal Rusa y el Delito contra la Humanidad cometido por el
Gobierno en el acto de la Invasión de la Democracia de Georgia, se ve que la
inexistencia de este Tribunal Supremo con Poder Internacional Efectivo promueve
este tipo de comportamiento feroz y salvaje de un gobierno de bestias que no
responde a ningún lenguaje humano y sólo y únicamente al de las bestias más
salvajes, que son aquéllas que una vez que han probado la sangre, caso
Chechenia, ya no pueden dejar de seguir bebiendo sangre.
Punto Sexto
La
naturaleza de una Justicia Universal tiene por sustancia y esencia la
inmunización de la Civilización frente al Infierno de la Guerra, cuando el amor
por la Paz ha sido vencido en el sujeto o Estado y ha dado paso a la locura de
la pasión por la Guerra, mediante el temor a un Tribunal con Poder Supremo
sobre la Muerte contra los Hombres de Guerra- sean políticos, militares o
particulares.
La
implicación en su Poder por parte de los Gobiernos de los Estados Miembros
inmuniza a estos Estados frente a la Guerra Civil dado que hace de la Paz
Universal competencia de la Plenitud de las Naciones Miembros, y estando
sujetos todos los Estados a la Ley Internacional la Detención contra los
Golpistas es Directa y “legitima” la Intervención de los Gobiernos Miembros
contra el Gobierno Golpista, cuyos autores pasan automáticamente a la
competencia del Tribunal, único competente para determinar la Pena de Muerte
acorde a la sangre derramada.
Conclusión
El Ser
Humano comienza con la Palabra y obtiene su naturaleza de la Palabra. Y
cualquier uso de la Fuerza Animal da por muerto el Ser en el Individuo y
en la Nación –si fuese una nación en su conjunto la que la legitimase.
El empleo de
la Fuerza es la negación del ser humano, y en consecuencia procede la pérdida
de la raza humana en el individuo y la nación, si ésta la firmase, y la
Civilización, siendo el Hábitat Natural del Ser Humano, debe proceder frente a
semejantes bestias con forma humana a la manera que se trata con las bestias
asesinas que han probado la sangre y se ha engendrado en ellas la pasión por la
sangre.
La
existencia y constitución de la Civilización tiene su raíz y su savia racional
en la Palabra y es la Palabra el único instrumento válido para la solución de
los problemas, a todos los niveles, y no hay nivel fuera del Poder de la
Palabra, por el que todos los hombres estamos desnudos frente a todos, como al
Principio, y, por ponerlo un poco menos poético que Dios, nos sentamos a la
mesa como quien no tiene brazos para coger un arma ni pies para hacerse
zancadillas, y desde esta realidad estamos sujetos, con todo el amor infinito a
la Paz, a hablar hasta que se nos quede la boca seca. ¡La Tierra está llena de
agua! Bebamos y volvamos a empezar.
POSDATILLA.
La misión de
todo soldado en situación de violación de fronteras internacionales es
levantarse en amas, detener a los mandos inmediatos, proceder al levantamiento
en todos los cuarteles nacionales, proseguir con la detención de los mandos
inmediatos en rebelión contra la Ley de la Paz, y continuar hasta la detención
de todo el Estado Mayor y el Consejo de Ministros del que depende la Ley de la
Guerra; si hay sangre, esa sangre sobre sus cabezas, que procedan los
tribunales, y haya Elecciones Generales.
CAPÍTULO
DUODÉCIMO
EL
RETO DEL SIGLO XXI
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